miércoles, 16 de diciembre de 2009

SUDESTE DE ASIA










































































































































































































































































EL SUDESTE DE ASIA.
Fue mi primer viaje a Asia. Tierras lejanas, desconocidas. Me llevó un largo tiempo armar el itinerario pero finalmente lo logré.
Y llegué luego de 42 horas de vuelo a la ciudad de Bangkok, capital de Tailandia. Allí me esperaba mi amigo Nasim de Cambridge con quien recorrería gran parte del camino.
Con mucho calor recorrí las calles, los templos sin dejar de sorprenderme por la cantidad de gente y de motos!!!!!!!!!!
Visité el mercado flotante donde el color y los sabores y los sonidos se mezclan en armonía. Toda la vida fluye en los canales donde se comercia, se come, se cocina y se intercambian diálogos.
Mango con arroz glutinoso, helado de coco, fruta dragón, el asombroso durian, café helado con leche condensada, pescado frito y una variedad interminable de sabores nuevos para mí.
El Gran Palacio es algo más que fabuloso con el color dorado que brilla con los rayos del sol.
Los monjes budistas sonríen cada vez que los cruzás por la calle.
Y las bocinas de las motos aturden hasta que te acostumbrás.
Nada más entretenido que los mercados callejeros que son lugares excelentes para sacar fotos y meterte en la vida de los locales. Podés comer, comprar ropa, o simplemente sentarte a observar y seguir sorprendiéndote con tanta cosa nueva sólo para tus ojos.
Regatear es una obligación y, si no estás acostumbrado, es todo un desafío.
Tres días en Bangkok es más que suficiente así que tomé un tren hacia el norte a la ciudad de Chiang Mai.
Allí me esperaba un recorrido de un día para visitar algunas tribus que viven en las montañas. Las mujeres de cuellos largos con sus aros dorados en su cuello nos recibieron como todos en aquellas tierras lejanas: con una sonrisa. Se trata de un grupo pequeño de 35 personas que viven en una comunidad donde los roles están bien diferenciados. Las mujeres tejen en telares o fabrican todo tipo de artesanías que luego venden. Los hombres trabajan la tierra o cuidan a los niños. La coordinadora del tour nos explica que los aros dorados alrededor del cuello son parte de su ornamentación y que no ocasionan ningún dolor ni peligro para sus vidas. El camino por recorrer nos llevaría a las tierras de la tribu de los Akha donde se los puede ver trabajando la tierra como excelentes agricultores que aprovechan cada centímetro disponible para sus cultivos. El paisaje es cada vez más lindo: montañas verdes muy altas. La tribu de los Hmong también formaba parte del recorrido. Luego los veríamos en el norte de Vietnam. Nunca faltaron los niños que nos recibían con gritos de alegría, dispuestos a una foto con nosotros.
Terminamos la jornada visitando la cueva Chiangdao que realmente es sorprendente. Se trata de una cavidad en la montaña por la que se puede caminar un tramo que lleva una hora aproximadamente.
Una de las noches en Chiang Mai nos reunimos con Jim Richardson de Australia, el Tano Emiliano de Argentina que vive en Italia y Ruth, su amiga de España. El lugar era un pub con muy buena música en vivo donde el rock de antes y el de hoy nos hicieron delirar. Entre canciones y cervezas tuvimos una extraña visita: un elefante casi bebé que andaba por la calle llevado por su dueño para recibir algún dinero de los turistas. El pub no tenía ni ventanas ni puertas así que el animalito entró y nadie podía creer lo que veíamos. El resultado fue la sorpresa pero también reconocer la triste realidad de un animal usado para generar dinero y más aún a la madrugada y quizás bajo el efecto de alguna sustancia, según nos dijeron. El elefante forma parte de la fauna típica de toda la región que recorrimos y pudimos saber del maltrato que reciben, es por eso que si bien estaba en mis planes dar un paseo en uno de ellos decidí cambiar de opinión.
Seguimos con un vuelo a Luang Prabang, ciudad Patrimonio de la Humanidad en el norte de Laos. Divina ciudad, tranquila, bordeada por el río Mekong. Luang Prabang es sinónimo de calma, interesante mercado callejero de artesanías, notoria influencia francesa sobre todo en las comidas, templos y monasterios. La ceremonia de alimentar a los monjes a la madrugada era una obligación y así lo hice. Allí estaba yo, sentada sobre una alfombra, junto a varias personas a lo largo de una cuadra, con un cesto de arroz caliente para ofrecerles a los monjes que pasaban en fila delante nuestro.
Al atardecer y al amanecer se escuchan sus cánticos y plegarias. Los sonidos inundan el aire y traen más calma aún.
Luego seguimos a Vientiane, capital de Laos, que realmente no tiene nada especial, al menos para mí.
Tomamos un vuelo a Siem Reap, norte de Camboya. Amor a primera vista? Sí, me encantó. Allí no sólo están las ruinas de Angkor Wat sino también un lugar donde una ONG trabaja durísimo para ayudar a unos 30 pibes que están solos en el mundo. Se trata de ODA. Es una organización que tiene al frente a un matrimonio que decidieron dar un rumbo diferente a sus vidas y están abocados a guiar la vida de los que más sufren el desamparo. Sheryl Howe es una artista plástica que también los está ayudando tratando de encontrar nuevas formas de generar recursos. Los pibes pintan postales en acuarelas además de cuadros que luego venden a los turistas. Allí pude colaborar voluntariamente dando unas pocas clases de inglés. En Argentina decimos “es una experiencia muy fuerte” que quiere decir algo así como que luego de eso ya nada es igual.
Antes que saliera el sol fuimos a Angkor Wat para seguir sorprendiéndonos con los templos religiosos más grandes del mundo. Bayon fue, dentro del mismo predio, otro lugar elegido además de Ta Prohm que todos alguna vez vimos en una famosa película, y es donde las raíces de los árboles se apoderaron de los techos y paredes de las antiguas construcciones.
Cómo resumir la visita a Angkor Wat? Imperdible, fabuloso, admirable.
Los inolvidables bailes Apsara son un regalo para el alma: delicadeza extrema en la más absoluta femineidad de unas mujeres tan bellas como pocas en el planeta.
Luego nos esperaba un barco para entrar a Viet Nam por medio de las aguas del Mekong y su famoso delta, testigo de la vida de los vietnamitas desde siempre.
La ciudad de Chau Doc fue el primer sitio que visitamos en Viet Nam. Lo más interesante: las villas flotantes y las minorías Cham alojadas en islotes del delta.
Saigón o ciudad Ho Chi Minh era el siguiente paso. Caótica, ruidosa y muy interesante. El mausoleo del Tío Ho estaba en la visita del tour que contratamos. El país le debe tributo a su líder y para eso se levantó un impresionante mausoleo donde se puede ver su cuerpo embalsamado y custodiado.
Estuve en el Museo de la Guerra donde no se habla del extremismo del Viet Cong y se enfoca la temática de la guerra desde un solo ángulo, evidenciando la agresión por parte de los Estados Unidos.
Seguimos rumbo a las divinas playas de un pequeño pueblo pesquero llamado Mui Ne. Allí, si te levantás ni bien sale el sol, ves a los pescadores en sus extrañas embarcaciones redondas, trayendo su pesca a la playa y lo más común es que te inviten a compartir lo que han traído.
Seguimos a Da Lat: pequeña ciudad rodeada de montañas, estilo europeo, donde se puede tener acceso a la vida rural y podés ver plantaciones de café, frutillas, arroz, vegetales. Todo es orgánico y manual.
Le tocaba el turno a Hanoi, capital de Vietnam. Segundo amor a primera vista. Nos alojamos en el Old Quarter o barrio antiguo. Allí la vida transcurre desde las primeras horas y siempre en la calle. Comen en las veredas, duermen en las veredas, cocinan en las veredas, venden en las veredas. Los aromas de la comida inundan el aire a cada paso. El ruido de bocinas es extremo. Y las motos como nunca ví ni imaginé. Cruzar la calle: un desafío que se supera luego de 2 o 3 días!!!! Más mercados callejeros que seducen para seguir sacando fotos. Y la gente, siempre la gente que me interesa quizás más que nada. Los ví yendo al trabajo, los ví caminando apresurados, los ví vendiendo y comprando, los ví yendo a la escuela en impecables uniformes a los más pequeños y las jóvenes en sus trajes típicos blancos con un aire romántico que enamora, los ví cocinando papel de arroz con camarones, los ví tocando rarísimos instrumentos musicales y cantando canciones que no entendí pero que no hacía falta comprender. Los ví trabajando en la construcción sin cascos y en ojotas colgados en las alturas. Ví mujeres de avanzada edad trabajando en la recolección de residuos. Ví ojos que me miraban con desconfianza y sonrisas que no afloraban hasta que yo sonreía primero. Ví cómo encienden el fuego para cocinar el arroz en la vereda. Escuché cómo los jóvenes describen su presente con la esperanza de irse a otras tierras donde puedan sentirse más libres.
Visitamos la Bahía Halong: maravilloso paseo en barco por aguas color jade y formaciones rocosas enormes que, según los locales, describen a un gigante dragón casi sumergido.
Un tren nocturno nos llevó a Sapa para visitar a las tribus del norte y todo el color en sus atuendos que queda para siempre en la memoria.
Las tribus Hmong Negro, los Dzao y los Hamong Flores te reciben en sus villas y los ves en los mercados donde venden artesanías realmente bellísimas. El trabajo textil es fabuloso, colorido y deja ver el cuidadoso trabajo de sus manos.
Como si fuera poco, las terrazas de cultivo de arroz son el marco de una escenografía natural única.
Casi siempre hay neblina que no opaca en absoluto la belleza del lugar.
Hoi An, en las tierras del centro, es como una Venecia de Asia. Una marcada influencia china se apodera de las calles. Se ven puentes sobre un río que crece sin piedad e inunda todo una vez por año llevándose vidas. Mucho arte que refleja el buen gusto en los cuadros bordados a mano o en las artesanías únicas. Hoi An es para caminarla y dejarse llevar.
Luego Hue nos recibió con lluvia y frío. Allí, la llamada ciudad imperial, impone su ciudadela con el paso de las marcas que deja el tiempo y poca restauración, lo cual opaca la imagen.
Las tierras centrales tienen unas playas extensas con construcciones en progreso como parte de fuertes inversiones extranjeras.
Desde Hanoi volamos a Tailandia para seguir hacia las islas del sur. Elegimos Phuket y algunos tours a Phi Phi y la Bahía Maya. Nos alojamos en la playa Kata que es más tranquila que las famosas Patong o Karon y así pudimos realmente disfrutar del agua transparente y tibia en un ambiente relajado.
La parte final de mi viaje se acercaba y me quedaban unos pocos días que repartí entre Singapur y Kuala Lumpur.
Insisto en que no es fácil ser una argentina visitando Singapur donde todo parece estar bajo control: parques y plazas impecables, señalizaciones perfectas, servicios inmejorables, información precisa, excelente predisposición de sus habitantes para ayudarte en lo que sea. Nos explican que el edificio de la legislatura contiene una estructura donde impera el vidrio que simboliza la transparencia en la elaboración y cumplimiento de las leyes. Subí al Singapore Flyer, que es algo asó como una “vuelta al mundo” enorme, más grande que la de Londres. Allí tenés una vista panorámica del puerto y los principales edificios. Una cancha de fútbol flotante te deja casi perplejo. En uno de los parques había una antigua cosechadora con una leyenda: “cosechas lo que siembras”. Las multas por mal desempeño en el manejo de vehículos ascienden a diez mil dólares en algunos casos. Cómo lograron un país así? La educación es exigente y estricta al extremo. Allí, sin dudas, está la respuesta.
Un bus me llevaría a Kuala Lumpur donde las Torres Petronas me vieron por primera vez. Son imponentes, brillantes, bonitas. Subí hasta el puente que las une y allí me entero que fueron diseñadas por un argentino según los principios arquitectónicos del Islam.
Visité una mezquita pero me exigieron que cubra mi cabeza y mis ropas con una túnica. Ví hombres y mujeres siguiendo los ritos que les impone su religión. Se acercaron a mí para explicarme los principios de la religión musulmana tratando de convencerme para que yo propicie un cambio. Se evidenciaba una fuerte y apasionada convicción.
Para finalizar sólo puedo decir que viajar es algo así como una adicción de la cual no quiero escapar.
Viajar no sólo me ayuda a conocer lugares y gente sino también puedo conocer mejor a mi propio país y la tierra donde vivo.
El sudeste de Asia deja una marca en mí. No puedo olvidar las sonrisas, la sorpresa en los ojos de quienes conocí al decir que venía de un país tan lejano como la Argentina de donde sólo se conoce a Diego. No puedo olvidar el sabor de la comidas preparadas en los puestos callejeros donde las especias se apoderan de los sentidos. Quiero seguir recordando cada lugar, cada camino, cada momento. Y quiero prepararme para nuevos destinos que me están esperando.

martes, 22 de septiembre de 2009

NOTICIAS QUE NUNCA VAS A LEER

“Hoy el diario no hablaba de ti, ni de mi…” decía una línea de una vieja canción.
Estaría bueno encontrar una nota sobre el incentivo a la educación, propiciando la vuelta de los jóvenes y adolescentes a la escuela, seduciéndolos con algún método efectivo para que reconozcan la manera de seguir haciendo camino al andar.
Estaría bueno saber que se están implementando técnicas apropiadas para terminar con el delito de la desnutrición infantil, una de las tantas formas en que los gobiernos se encargan de perpetuar la pena de muerte día tras día.
Estaría bueno que nos sintiéramos literalmente libres para elegir qué queremos leer o qué canal queremos mirar sin que nos condicionen por ley.
Estaría bueno saber que a alguna de nuestras mentes brillantes se le ocurra la manera de combatir las causas que llevan a que nuestros pibes a robar o deambular sin sentido y sin rumbo fijo bajo el efecto de alguna sustancia.
Estaría bueno leer una nota donde alguien diga que se equivocó al implementar una medida luego de saber que no resultó.
Estaría bueno saber que ocupan la primera página las cosas realmente urgentes, esas que no pueden esperar.
Estaría bueno leer sobre la protección de recursos naturales con medidas apropiadas para lo que ya no puede esperar, aún sabiendo que es tarde y el tiempo no nos esperó.
Estaría bueno leer sobre lo que te pasa a vos y a mí. Es decir, nosotros.

miércoles, 22 de julio de 2009

LOS IDIOMAS

SOBRE LOS IDIOMAS Y SOBRE NOSOTROS.

A lo largo de tantos años de docencia he podido aprender una gran cantidad de cosas.
Entre ellas: las distintas formas de acercar el idioma inglés a los alumnos.
La reacción de los alumnos con respecto al idioma inglés es que algunos lo aman, otros lo rechazan, para otros es indiferente.
Me he propuesto tratar de lograr que los alumnos lleguen a comprender la importancia de la comunicación, la importancia de la no discriminación, la importancia de incorporar conocimiento, la importancia de superarse por medio del conocimiento.
Pero aún así muchos de mis alumnos persisten en su rechazo del idioma inglés. Rechazo basado en conceptos vinculados con la afinidad o no hacia la política y la sociedad de los países de habla inglesa.
Hace algún tiempo leí un libro escrito por Ernesto Sábato denominado “La cultura en la encrucijada nacional”. Allí el autor expone su postura con respecto a no comprender por qué tanta gente rechaza enfáticamente todo lo que viene de afuera, todo lo que en otros países ha resuelto problemas, todo lo que ha ayudado a solucionar situaciones más allá de las fronteras y se podría aplicar aquí. Pero la sola idea de pensar que alguna determinación tuvo éxito en el exterior no debe ser ni remotamente propuesta para ser aplicada aquí. Más allá de las diferencias entre todos los países del planeta, obviamente existen cambios que se pueden aplicar para adaptar la solución a los problemas locales. Aún así el rechazo persiste.
En el mismo libro el autor dice que no comprende por qué se ha adoptado el idioma español como idioma oficial de los países de nuestra región. Entiéndase por región a los países que conformamos América Latina. Sabemos que el idioma español fue impuesto por el imperio. El mismo imperio que causó una incomprensible cantidad de muertos que supera a las muertes ocasionadas en la primera y segunda guerras mundiales juntas. El mismo imperio que robó tesoros arqueológicos, reliquias valiosísimas y llevó para sus arcas impensadas cantidades de oro y metales preciosos dejando atrás una de las devastaciones más grandes de las que tenga memoria la humanidad. El mismo imperio que desconoce estas atrocidades. El mismo imperio que dejó como legado cientos de enfermedades, odio y resentimientos. El mismo imperio al que hoy, aún hoy, muchos prefieren llamar “la madre patria”.
A partir de cierto momento en el curso de la historia en nuestro occidente se ha difundido entre algunos sectores la idea centrada en querer hacer pensar que los terribles problemas que tiene América Latina son ocasionados por los países del norte, o más específicamente el “gran país del norte”, es decir, por los Estados Unidos de América.
Algunos adoptaron esta idea, la incorporaron a su forma de pensamiento y han llegado a la absurda conclusión que nos pasa lo que nos pasa por culpa de ellos. Estamos como estamos por culpa de ellos. No podemos avanzar por culpa de ellos. No crecemos por culpa de ellos.
Los gobiernos populistas se han aprovechado de este pensamiento e inculcan entre sus seguidores esta idea. Entre sus seguidores se encuentra una gran masa de personas que no tienen acceso a la información y a la formación en el conocimiento. De esta manera son fácilmente manipulables para generar más votos que le ayudarán, obviamente, a esos gobiernos a seguir perpetuándose en el poder.
Hasta aquí la historia es terrible, cae en los mismos errores década tras década, dejando atrás a personas que parecen como detenidas en el tiempo. Y vemos por las calles a muchos de ellos llevando remeras con rostros de terroristas empuñando armas, como el caso del Che Guevara. Vemos a muchos de ellos aplaudiendo los discursos populistas que sólo llevan a que el desarrollo se detenga.
Entonces vienen a mi memoria situaciones que me ha tocado vivir: despedir a mis compañeros de la secundaria cuando iban a la guerra en el 82. Una guerra absurda como todas. Pero esta quizás lo fue más. Enviar a la guerra a pibes que nunca habían manipulado un arma sin la indumentaria adecuada para el horror más grande que alguien pueda imaginar. Todo terminó como se suponía. Había que tener un poco de conocimiento, nada más, para darse cuenta del gigante al cual nos enfrentaban. Nos mintieron, nos manipularon como sólo se hace por quien no se tiene el mínimo respeto. Y caímos en el barro.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Luego viene a mi memoria la hiperinflación y el robo por parte del estado de nuestros ahorros. Los ahorros son parte de la propiedad privada. La propiedad privada es un derecho constitucional. El gobierno no respetó, ni respeta, la Constitución Nacional. Esos gobiernos no respetan NADA.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Más tarde viene a mi memoria la anécdota que escuchamos cuando se acercan las elecciones para elegir funcionarios. En los pueblos más pobres de nuestro país se suelen cometer delitos imperdonables como retener los documentos de identidad de los votantes analfabetos o semi analfabetos con la falsa promesa de mejorar su calidad de vida cosa que nunca ocurrirá.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Viene a mi memoria una serie de noticias publicadas donde se nos dice que capitales extranjeros se están apoderando de nuestras maravillosas tierras plenas de recursos acuíferos en el sur. Si alguien compra es porque alguien vende. El que vende lo hace porque está habilitado para hacerlo y el que compra también. Y se nos hace creer que nos roban lo nuestro.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Haber tenido gobiernos de facto es un hecho que ocurre en países con debilidades notorias. En los “países en serio” es impensable que las fuerzas armadas ocupen el lugar del poder ejecutivo. La falta de conocimiento de nuestra ley fundamental, la Constitución Nacional, hizo posible que estos hechos ocurrieran en nuestra historia. A veces no es conveniente que el pueblo sepa ciertas cosas. Y lo peor es que muchos, pero muchos de verdad, aplauden estas iniciativas. Y nunca olvidemos que esos han sido “golpes cívico-militares”, de los cuales debemos hacernos responsables.
Pero la culpa es de otros. Esos que hablan inglés.
A veces quisiera que la memoria me traicione.
A veces quisiera que la realidad me demuestre que estoy equivocada.
Pero estos pocos ejemplos quizás sirven para explicar medianamente mi sensación de impotencia frente a tanta discriminación. Porque la discriminación no es sólo al negro, al judío o al drogadicto. También se discrimina al que habla otro idioma, simplemente porque es diferente al que yo hablo. Creo que no hay más arrogancia y soberbia que esta. Creo que no hay otra estupidez que supere a esta.
Entonces, cuando hablamos español, usémoslo para expresar ideas constructivas, para generar discusiones que tiendan a lo positivo, para aceptar que el otro piensa distinto, que se debe trabajar para el respeto entre todos.
Sé que los totalitarismos siempre autoritarios que nos han gobernado, y nos siguen gobernando, han generado estas conductas detestables en una gran porción de la población. Y creo, sin lugar a dudas, que debemos intentar cambiar esas conductas por nuestro propio bien, por el sólo fin de generar una sociedad donde se pueda convivir con las diferencias propias de todos y cada uno.
El conocimiento de un segundo idioma me sirve para abrir mi cabeza aún más cada día. Me sirve para comunicarme. Me sirve para entender y comprender la cultura del país donde se origina el idioma en cuestión. Me ayuda a crecer como persona porque tengo más conocimiento, más información. Me abre las puertas a destinos impensados. Está bueno aprender un segundo idioma, y un tercero y un cuarto idioma. Está bueno incorporar cosas nuevas a mi capacidad de entendimiento.
Los países de habla inglesa, sobre todo los Estados Unidos, han aumentado considerablemente su presupuesto para la educación de sus ciudadanos. Es prioridad en el presupuesto anual considerar la educación de los ciudadanos. Ese presupuesto también involucra propiciar el aprendizaje de un segundo idioma como lo es el español.
Cuánto quisiéramos que alguna vez algún gobierno nuestro se ocupe con seriedad y respeto por la educación pública que no tiene que ver exclusivamente con aumentar los sueldos de los docentes, sino con ocuparse de una de las funciones esenciales de la administración de un pueblo. Si comparamos los números de los presupuestos que los “países en serio” destinan a la educación con respecto a nuestro país nos daríamos cuenta cuánto le importan los niños y los jóvenes a nuestros funcionarios.
Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido la educación es prioridad.
La tradición de preservar el idioma inglés y difundirlo a todas las latitudes ha sido y es una costumbre nunca postergada o dilatada en el Reino Unido, llegando así a todo el mundo y facilitando el acceso a la cultura inglesa por medio del idioma.
Podemos estar de acuerdo o no con las políticas de gobierno de los países de habla inglesa, sobre todo de los dominantes, pero qué tiene que ver eso con el idioma!!!!!!!!!!! Qué tiene que ver eso con la cultura, con los valiosos legados!!!!!!!!!!!!!!!
Creo que es hora de aprender a separar la paja del trigo. Creo que es hora de aprender a discernir.
Una vez que se logre esto estoy segura que se habrá superado un obstáculo que nos demora como humanos.




Cielo se dice “sky” en inglés. Viste? No tienen letras en común. Eso es lo maravilloso de los idiomas: son diferentes, son fabulosos. Son distintos como todos nosotros.
Animate a aprender un segundo idioma. No permitas que te metan ideas absurdas en la cabeza.

Vas a ver que para el conocimiento el cielo es el límite.

domingo, 22 de marzo de 2009

Brasil, una vez más


























































Este fue mi quinto viaje a Brasil y sé que no será el último porque a Brasil nunca se lo termina de conocer.

Todo empezó con un encuentro con amigos en una vieja casa de Palermo que mucho conoce del sonido que el tango dejó en sus paredes. Se trata de La Casa de María Tango. Allí se cuidan los detalles y el objetivo es pasarlo bien. Muy recomendado para quienes quieren conocer la esencia de Buenos Aires.

Empecé en San Pablo. La ciudad deSan Pablo es impresionante. Ya desde el avión uno tiene la primera idea de la magnitud del crecimiento de esta ciudad que, según dicen, ocupa el segundo lugar en cantidad de población luego de Nueva York dentro de América.

Queda muy claro la importancia económica dentro de la región, el liderazo de crecimiento sostenido y la influencia para los demás países.

Allí en San Pablo recorrí el Parque Ibirapuera, el Museo de Arte, el Mercado Municipal, las calles del centro económico. En San Pablo se respira un Brasil diferente al que yo ya conozco. San Pablo es el corazón de un empuje fuerte hacia adelante, siempre hacia adelante.

Luego seguí hacia Caraguatatuba. Nuevo lugar para mí que no estaba en mi itinerario. Pero eso es bueno. Es una ciudad pequeña, tranquila, donde la playa atrae por su calma y quietud.

Próxima parada: Paraty. El centro colonial impecable con sus calles de empedrado te recibe con el aire de toda ciudad que sabe como atraer a los viajeros. Cerca de allí, a unos 25 kilómetros, están las playas de Trindade con posadas y un aire relajado que te seduce.
Una escala obligada en Río de Janeiro para hacer conexión con Belo Horizonte y seguir hasta Ouro Preto. En Río volví al barrio de Santa Teresa. Allí hay un poco de Brasil dentro de la gran Río. Santa Teresa es el lugar de bares y sitios para descubrir, silencioso y colorido. Algo imperdible: subirse al vagón amarillo del tranvía.

Luego, Ouro Preto. Un sitio protegido por ser Patrimonio de la Humanidad, lo cual es bueno, porque es esencial preservar el caro sentido histórico para todos los humanos. Allí cada piedra, cada edificio, cada iglesia manifiestan un oscuro grito de dolor de un pasado cargado de injusticias contra los esclavos que llegaban desde Africa. El museo principal de la ciudad permite ver algunos elementos de tortura aplicados en el triste y doloroso pasado. La ley decía que cada 2000 habitantes se debía levantar una iglesia. Donde levantes tu vista podés ver una edificación de tipo religioso. Entonces empiezan a circular por mi mente los mismos conceptos que me llenan de bronca y dolor. Ha cambiado algo desde entonces?

Desde Ouro Preto seguí hasta Porto Seguro. Con un bus local llegás a unas playas realmente muy tranquilas que valen la pena ser visitadas. Y camino a las playas te podés detener en un centro que agrupa a los supuestos descendientes de los indios Pataxós. Apenas interesante.

Desde Porto Seguro hice un corto viaje a Arrayal de Ayuda donde se puede visitar el centro histórico y las playas de Pitinga.

Luego llegué a San Salvador de Bahía. Me alojé en un hostel que estaba a un paso de la playa en el sector de la conocida barra. El lugar es inmejorable para alojarse. El atardecer desde uno de los fuertes está todavía en mi memoria.

Y allí muy cerca está el famoso Pelourinho. Cómo describirlo? Allí abunda el color, la vibrante energía y un sinfín de personajes que hacen que ese lugar sólo pueda estar en Brasil.

Entonces entiendo de dónde sacaba toda esa maravillosa inspiración Jorge Amado.

La noche del martes es pura fiesta, laten las calles y la emoción se confunde con la sorpresa. Nadie quiere que termine la fiesta. Los tambores dejan de escucharse pero el sonido quedó alojado en algún rincón o en alguna esquina que huele a cachaza.

Siempre se vuelve a Brasil. Atrae desde la historia hasta sus increíbles playas, desde su gente cordial hasta la abundancia de todo, o casi todo. Sí, siempre se vuelve.