sábado, 11 de junio de 2016

LOS PAÌSES MÀS FELICES DEL MUNDO.



LOS PAÌSES MÀS FELICES DEL MUNDO.
La sección de turismo de uno de los principales diarios de mi país eligió este título para referirse a Dinamarca, Noruega y Suecia.
Los humanos buscamos la felicidad. Los países también? O sea, los gobiernos de esos países buscan la buena calidad de vida para sus habitantes y asì logran que sean felices. Será asì? Fuì, observè y lleguè a algunas conclusiones.
Copenhage, Estocolmo y Oslo crecieron juntas pero se diferencian muy bien una de la otra. Son atractivas y seductoras sin olvidar las antiguas raíces vikingas.
COPENHAGE
Tengo la suerte de haber elegido pertenecer al grupo “Couchsurfing” que reúne a viajeros de todo el mundo, lo cual nos permite estar conectados con diferentes fines. Cada uno puede ofrecer un lugar en su casa como alojamiento, siendo totalmente gratis. La idea es brindar hospitalidad. Si uno no quiere compartir su vivienda con alguien también se puede optar por acompañar al visitante en una recorrida por la ciudad, llevándolo a esos lugares fuera de la ruta màs transitada que generalmente son mucho màs interesantes que los tìpicos espacios turísticos que agobian de sòlo pensarlos.
En Copenhage me esperaba mi gran amigo Knud que, ni bien me vio llegar, me dijo: “Supongo que no querrás ir a ver a la Sirenita, no?”.
La famosa Sirenita es una estatua de bronce, que se encuentra en el Parque Langelinie, en la Bahía del Puerto de Copenhague, que desemboca al Mar Bàltico y próxima también al Real Palacio de Amalienborg, sobre unas rocas que se adentran en el mar. Su escultor se inspirò en un cuento de hadas de Hans Christian Andersen. En la actualidad es el símbolo más prominente de la ciudad. Su fama es internacional y es visitada a diario por gran cantidad de turistas de todo el mundo que hacen largas filas para sacar la tan ansiada foto.
Creo que ya podràs imaginar cuàl fue mi respuesta. No y no.
La capital de Dinamarca es elegante, con una peatonal larguísima donde hay de todo, como en  cualquier peatonal.  Se hace muy placentera la caminata ya que la riqueza arquitectónica antigua se mezcla muy bien con la modernidad y ninguna invade a la otra.
Todo se encuentra a mano concentrado en las calles del centro por eso me resultò una ciudad tan amigable.
No hay ruidos y hay muchas pero muchas bicicletas con sus canastitos adornados con flores porque se celebra la primavera y el verano. El culto a estas estaciones es esencial en países donde los inviernos con sus largas noches lo cubren todo.
Knud me lleva a probar la tan conocida pastelerìa danesa con un rico tè con mezcla de hierbas mientras cae una leve llovizna.
Las casas de tè y cafeterìas están repletas, la atención de los mozos es màs que cordial y se escucha buena música. No se puede pedir màs. En un cuadro sobre la pared se lee “Amor y respeto”.
Es el dìa de la famosa competencia de triatlòn “Ironman” (Hombre de Hierro) y la gente se agolpa en las veredas para ver pasar a los corredores entre los que està el rey. No se observa ningún operativo de extrema seguridad. Todo transcurre con alegría. Nos regalan unos cartones que se pliegan y al golpearlos sobre la palma de la mano producen un sonido muy parecido al aplauso que se usa para alentar a los corredores mientras van pasando delante nuestro.
Cruzamos un amplísimo parque cuando ya había caìdo el sol y Knud me acompañaba al hotel donde yo me alojaba. Le dije que camináramos màs rápido porque cruzar el parque para mì implicaba peligro y sobre todo en aquellas horas. Knud me dice que no me preocupe, que todo es muy seguro. Y asì fue.
Al dìa siguiente recorrimos otra zona bien distinta. Se trataba de un barrio màs pobre donde viven las minorías que son principalmente árabes, africanos o aquellos que llegaron desde las repùblicas de la ex Uniòn Soviètica. Las construcciones son precarias, abundan los grafitis y las bolsas de residuos por todos lados.
Knud me cuenta que se siente muy afortunado por haber nacido en un país como Dinamarca porque su vida ha sido y es muy buena allì. Trabajò como maestro sustituto en escuelas primarias y es fotógrafo profesional. Ahora està jubilado y sus ingresos económicos son muy buenos -superiores a los de su etapa activa- lo cual le permite viajar por todo el mundo.
Me llama la atención saber que sus horas de trabajo, cuando era maestro, eran muy limitadas, apenas unas 3 o 4 horas en una semana, ya que lo convocaban sòlo el dìa que un docente debía ausentarse de su tarea habitual. Knud me dice que con la cantidad de horas que yo trabajo (un total de 48 en la administración pública màs 18 horas en docencia) yo sería casi millonaria en su país.
Ahora voy comprendiendo por què se siente tan afortunado.
Knud recuerda sus días de trabajo en las escuelas. Me cuenta que la educación se basa fundamentalmente en tres conceptos: ayudar a que el alumno piense,  enseñarle a ser libre y a tomar decisiones. El docente no se ubica en la posición de superioridad impartiendo òrdenes.
Me dice que su único temor es ser secuestrado o torturado en algún país mientras viaja. Knud ha viajado por Africa y por algunos países de Asia Central, lugares que no gozan de buena reputación entre los viajeros sobre todo por la inseguridad y los peligros de toda índole con que cualquiera se puede enfrentar. Un ciudadano con pasaporte de la Uniòn Europea es un blanco muy codiciado porque todo el mundo sabe la muy buena calidad de vida que hay allì y lo ansiado que puede resultar vivir en tierras danesas.
Es muy común que se roben los pasaportes de los daneses y esto lo sabe Knud muy bien porque me cuenta anécdotas de sus compatriotas que han sufrido durante angustiosas travesìas por el mundo.
Knud trabaja en centros de refugiados ya que Dinamarca ha dado asilo a muchos sirios que han escapado de la guerra civil. Conoce a fondo la penosa experiencia de estas personas que no pueden trabajar, sòlo reciben una magra suma de dinero del gobierno y tienen una única esperanza que es quedarse en Europa y no volver jamàs a su devastado país. Pero saben que eso será casi imposible.
Pienso en la profunda contradicción que me manifiesta Knud: se siente afortunado por vivir en Dinamarca y teme ser secuestrado mientras viaja al exterior por tener pasaporte de la Uniòn Europea, algo tan codiciado por muchos.
ESTOCOLMO.
Bonita ciudad, muy bonita. Es uno de los destinos nórdicos màs románticos. La enorme cantidad de islas que forman este territorio están conectadas por puentes, lanchas o  trenes.
Nuestro hotel estaba bastante lejos del centro lo cual fue muy bueno porque pudimos observar el barrio que nos rodeaba. Edificios de 4 pisos rodeados de jardines, unos pocos supermercados pequeños, un par de cafès y restaurantes y mucho silencio.
Mientras caminamos hacia el embarcadero para tomar la lancha hacia el centro vimos una silla con almohadones, unas revistas y una manta màs un par de pantuflas. Alguien había estado leyendo y seguramente regresarìa.
Tomamos la lancha, llegamos al centro. Recorrimos sin prisa la zona del ayuntamiento donde se entregan los Premios Nobel cada 10 de Diciembre.
El sol de Agosto es celebrado con flores en las mesas de los bares, en las fachadas de los edificios y en adorables coronitas que llevan las niñas.
Llegamos al Museo de Abba, la famosa banda de música pop que nos acompañò en la adolescencia. El museo no es màs que un homenaje a los integrantes del grupo, reconocidas en todo el mundo y que además se disputan haber vendido màs discos que Los Beatles, cosa que no me parece tan cierta. Fue bueno visitar el museo que està en una zona magnìfica, rodeado de un parque muy cuidado.
Estocolmo es magnìfica. Es una de esas ciudades a las que volverìa porque uno se siente seguro y bien.
Regresamos al hotel con la misma lancha que salìa desde el muelle del centro.
Volvimos a encontrar la silla con los almohadones, las revistas y las pantuflas. Ya era casi de noche.
OSLO.
Ciudad pequeña y accesible. Tiene una ubicación privilegiada entre el mar, las montañas y los fiordos.
A los noruegos no les gustan las rejas ni nada que impida el libre acceso a cualquier lugar. Una reja es el símbolo de una marca de distanciamiento.
Caminábamos por un bellísimo parque hasta que llegamos a un palacio que, sin saberlo, era el palacio donde vive el rey. Llegamos justo en el momento en que se hacìa el cambio de guardia.
Nada ni nadie nos impidió acercarnos y estar muy próximos a los jóvenes que custodian el lugar.
Debido a estrictas normas internacionales de seguridad todos los aeropuertos del mundo deben estar rodeados por muros o rejas. Noruega tuvo que acatar esas ordenes aùn manifestándose en contra.
Este hecho que puede parecer irrelevante es quizás la clave para comprender lo que significa la palabra Libertad para el pueblo de Noruega.
Noruega es un país rico donde se han descubierto yacimientos de petróleo. Se pagan altos impuestos pero la calidad de vida de su gente es una de las mejores del mundo.
Le pregunto a uno de sus habitantes cuàl sería la clave para que todo funcione tan bien. Sin dudarlo me responde: “la confianza”. Cada persona confía en su vecino. Confían en su gobierno pero lo controlan y vigilan de cerca. Si alguien hace algo que no està bien será denunciado. Todos saben que el funcionamiento de la sociedad es un frágil mecanismo que depende de todos y cada uno.
En cada casa se ve un mástil con la bandera del país lo cual marca el profundo sentido nacionalista quizás màs que en los otros países nórdicos.
Nos paramos en una esquina para cruzar la calle. No hay semáforos pero los automovilistas se detienen para dejarnos pasar.
Me dicen que los noruegos aman su país porque allì se sienten felices y libres, la combinación perfecta para la vida en sociedad.
Es muy común que durante los meses de verano los noruegos abandonen sus casas y se vayan a hacer vida en el campo, en la naturaleza. Para eso se alojan en pequeñas casitas de madera que no tienen luz ni agua. Al escuchar esto pensé que no sería muy placentero. El tema es volver a lo natural, a los orígenes mismos de la vida del hombre en la tierra, en contacto con la naturaleza de la cual nos alejamos. Pensé: eso también es acercarse a la màs absoluta libertad.
Todos respetan las normas y hasta parece que van por la vida sin apuro.
Con sòlo mirar sus caras uno ve la alegría que se contagia en el mismo momento en que se entabla una conversación.
Idílico? Utòpico?
Nada de eso. Es posible. La prueba està a la vista y sòlo hay que ir para poder comprobarlo.












Mi amigo, mi perro.

Se llama Bono. Mi hijo eligió ese nombre. Y fue una buena elección.


Tiene los ojos llenos de brillo, siempre atentos.


Una caricia o una palabra son suficientes para que nos demuestre su alegría.


Se hizo amigo de los pájaros que visitan su jardín aunque aveces le roban la comida.


Refleja tristeza y desconcierto cuando sabe que nos vamos y no estaremos en casa por unos días.


A nosotros también nos pasan cosas cuando lo dejamos. Lo extrañamos.


El momento de alimentarlo siempre es para festejar. Dá brincos en el aire, nos agradece con la mirada dulce plena de amor.


Nos recibe con esa alegría que parece que sólo los animales sienten. Cada regreso nuestro a la casa es motivo de júbilo y sonrisas. El nos hace sonreir.


Y creo que también comprende cuando no tenemos ganas de seguir sus juegos.


Siempre pensé que los animales posee una sabiduría que los humanos no tenemos. Es como que ellos conocen todas las respuestas. Alguien los dotó de esa capacidad maravillosa de entender y comprender todo.

EL SUDESTE DE ASIA

EL SUDESTE DE ASIA.
Fue mi primer viaje a Asia. Tierras lejanas, desconocidas. Me llevó un largo tiempo armar el itinerario pero finalmente lo logré.
Y llegué luego de 42 horas de vuelo a la ciudad de Bangkok, capital de Tailandia. Allí me esperaba mi amigo Nasim de Cambridge con quien recorrería gran parte del camino.
Con mucho calor recorrí las calles, los templos sin dejar de sorprenderme por la cantidad de gente y de motos!!!!!!!!!!
Visité el mercado flotante donde el color y los sabores y los sonidos se mezclan en armonía. Toda la vida fluye en los canales donde se comercia, se come, se cocina y se intercambian diálogos.
Mango con arroz glutinoso, helado de coco, fruta dragón, el asombroso durian, café helado con leche condensada, pescado frito y una variedad interminable de sabores nuevos para mí.
El Gran Palacio es algo más que fabuloso con el color dorado que brilla con los rayos del sol.
Los monjes budistas sonríen cada vez que los cruzás por la calle.
Y las bocinas de las motos aturden hasta que te acostumbrás.
Nada más entretenido que los mercados callejeros que son lugares excelentes para sacar fotos y meterte en la vida de los locales. Podés comer, comprar ropa, o simplemente sentarte a observar y seguir sorprendiéndote con tanta cosa nueva sólo para tus ojos.
Regatear es una obligación y, si no estás acostumbrado, es todo un desafío.
Tres días en Bangkok es más que suficiente así que tomé un tren hacia el norte a la ciudad de Chiang Mai.
Allí me esperaba un recorrido de un día para visitar algunas tribus que viven en las montañas. Las mujeres de cuellos largos con sus aros dorados en su cuello nos recibieron como todos en aquellas tierras lejanas: con una sonrisa. Se trata de un grupo pequeño de 35 personas que viven en una comunidad donde los roles están bien diferenciados. Las mujeres tejen en telares o fabrican todo tipo de artesanías que luego venden. Los hombres trabajan la tierra o cuidan a los niños. La coordinadora del tour nos explica que los aros dorados alrededor del cuello son parte de su ornamentación y que no ocasionan ningún dolor ni peligro para sus vidas. El camino por recorrer nos llevaría a las tierras de la tribu de los Akha donde se los puede ver trabajando la tierra como excelentes agricultores que aprovechan cada centímetro disponible para sus cultivos. El paisaje es cada vez más lindo: montañas verdes muy altas. La tribu de los Hmong también formaba parte del recorrido. Luego los veríamos en el norte de Vietnam. Nunca faltaron los niños que nos recibían con gritos de alegría, dispuestos a una foto con nosotros.
Terminamos la jornada visitando la cueva Chiangdao que realmente es sorprendente. Se trata de una cavidad en la montaña por la que se puede caminar un tramo que lleva una hora aproximadamente.
Una de las noches en Chiang Mai nos reunimos con Jim Richardson de Australia, el Tano Emiliano de Argentina que vive en Italia y Ruth, su amiga de España. El lugar era un pub con muy buena música en vivo donde el rock de antes y el de hoy nos hicieron delirar. Entre canciones y cervezas tuvimos una extraña visita: un elefante casi bebé que andaba por la calle llevado por su dueño para recibir algún dinero de los turistas. El pub no tenía ni ventanas ni puertas así que el animalito entró y nadie podía creer lo que veíamos. El resultado fue la sorpresa pero también reconocer la triste realidad de un animal usado para generar dinero y más aún a la madrugada y quizás bajo el efecto de alguna sustancia, según nos dijeron. El elefante forma parte de la fauna típica de toda la región que recorrimos y pudimos saber del maltrato que reciben, es por eso que si bien estaba en mis planes dar un paseo en uno de ellos decidí cambiar de opinión.
Seguimos con un vuelo a Luang Prabang, ciudad Patrimonio de la Humanidad en el norte de Laos. Divina ciudad, tranquila, bordeada por el río Mekong. Luang Prabang es sinónimo de calma, interesante mercado callejero de artesanías, notoria influencia francesa sobre todo en las comidas, templos y monasterios. La ceremonia de alimentar a los monjes a la madrugada era una obligación y así lo hice. Allí estaba yo, sentada sobre una alfombra, junto a varias personas a lo largo de una cuadra, con un cesto de arroz caliente para ofrecerles a los monjes que pasaban en fila delante nuestro.
Al atardecer y al amanecer se escuchan sus cánticos y plegarias. Los sonidos inundan el aire y traen más calma aún.
Luego seguimos a Vientiane, capital de Laos, que realmente no tiene nada especial, al menos para mí.
Tomamos un vuelo a Siem Reap, norte de Camboya. Amor a primera vista? Sí, me encantó. Allí no sólo están las ruinas de Angkor Wat sino también un lugar donde una ONG trabaja durísimo para ayudar a unos 30 pibes que están solos en el mundo. Se trata de ODA. Es una organización que tiene al frente a un matrimonio que decidieron dar un rumbo diferente a sus vidas y están abocados a guiar la vida de los que más sufren el desamparo. Sheryl Howe es una artista plástica que también los está ayudando tratando de encontrar nuevas formas de generar recursos. Los pibes pintan postales en acuarelas además de cuadros que luego venden a los turistas. Allí pude colaborar voluntariamente dando unas pocas clases de inglés. En Argentina decimos “es una experiencia muy fuerte” que quiere decir algo así como que luego de eso ya nada es igual.
Antes que saliera el sol fuimos a Angkor Wat para seguir sorprendiéndonos con los templos religiosos más grandes del mundo. Bayon fue, dentro del mismo predio, otro lugar elegido además de Ta Prohm que todos alguna vez vimos en una famosa película, y es donde las raíces de los árboles se apoderaron de los techos y paredes de las antiguas construcciones.
Cómo resumir la visita a Angkor Wat? Imperdible, fabuloso, admirable.
Los inolvidables bailes Apsara son un regalo para el alma: delicadeza extrema en la más absoluta femineidad de unas mujeres tan bellas como pocas en el planeta.
Luego nos esperaba un barco para entrar a Viet Nam por medio de las aguas del Mekong y su famoso delta, testigo de la vida de los vietnamitas desde siempre.
La ciudad de Chau Doc fue el primer sitio que visitamos en Viet Nam. Lo más interesante: las villas flotantes y las minorías Cham alojadas en islotes del delta.
Saigón o ciudad Ho Chi Minh era el siguiente paso. Caótica, ruidosa y muy interesante. El mausoleo del Tío Ho estaba en la visita del tour que contratamos. El país le debe tributo a su líder y para eso se levantó un impresionante mausoleo donde se puede ver su cuerpo embalsamado y custodiado.
Estuve en el Museo de la Guerra donde no se habla del extremismo del Viet Cong y se enfoca la temática de la guerra desde un solo ángulo, evidenciando la agresión por parte de los Estados Unidos.
Seguimos rumbo a las divinas playas de un pequeño pueblo pesquero llamado Mui Ne. Allí, si te levantás ni bien sale el sol, ves a los pescadores en sus extrañas embarcaciones redondas, trayendo su pesca a la playa y lo más común es que te inviten a compartir lo que han traído.
Seguimos a Da Lat: pequeña ciudad rodeada de montañas, estilo europeo, donde se puede tener acceso a la vida rural y podés ver plantaciones de café, frutillas, arroz, vegetales. Todo es orgánico y manual.
Le tocaba el turno a Hanoi, capital de Vietnam. Segundo amor a primera vista. Nos alojamos en el Old Quarter o barrio antiguo. Allí la vida transcurre desde las primeras horas y siempre en la calle. Comen en las veredas, duermen en las veredas, cocinan en las veredas, venden en las veredas. Los aromas de la comida inundan el aire a cada paso. El ruido de bocinas es extremo. Y las motos como nunca ví ni imaginé. Cruzar la calle: un desafío que se supera luego de 2 o 3 días!!!! Más mercados callejeros que seducen para seguir sacando fotos. Y la gente, siempre la gente que me interesa quizás más que nada. Los ví yendo al trabajo, los ví caminando apresurados, los ví vendiendo y comprando, los ví yendo a la escuela en impecables uniformes a los más pequeños y las jóvenes en sus trajes típicos blancos con un aire romántico que enamora, los ví cocinando papel de arroz con camarones, los ví tocando rarísimos instrumentos musicales y cantando canciones que no entendí pero que no hacía falta comprender. Los ví trabajando en la construcción sin cascos y en ojotas colgados en las alturas. Ví mujeres de avanzada edad trabajando en la recolección de residuos. Ví ojos que me miraban con desconfianza y sonrisas que no afloraban hasta que yo sonreía primero. Ví cómo encienden el fuego para cocinar el arroz en la vereda. Escuché cómo los jóvenes describen su presente con la esperanza de irse a otras tierras donde puedan sentirse más libres.
Visitamos la Bahía Halong: maravilloso paseo en barco por aguas color jade y formaciones rocosas enormes que, según los locales, describen a un gigante dragón casi sumergido.
Un tren nocturno nos llevó a Sapa para visitar a las tribus del norte y todo el color en sus atuendos que queda para siempre en la memoria.
Las tribus Hmong Negro, los Dzao y los Hamong Flores te reciben en sus villas y los ves en los mercados donde venden artesanías realmente bellísimas. El trabajo textil es fabuloso, colorido y deja ver el cuidadoso trabajo de sus manos.
Como si fuera poco, las terrazas de cultivo de arroz son el marco de una escenografía natural única.
Casi siempre hay neblina que no opaca en absoluto la belleza del lugar.
Hoi An, en las tierras del centro, es como una Venecia de Asia. Una marcada influencia china se apodera de las calles. Se ven puentes sobre un río que crece sin piedad e inunda todo una vez por año llevándose vidas. Mucho arte que refleja el buen gusto en los cuadros bordados a mano o en las artesanías únicas. Hoi An es para caminarla y dejarse llevar.
Luego Hue nos recibió con lluvia y frío. Allí, la llamada ciudad imperial, impone su ciudadela con el paso de las marcas que deja el tiempo y poca restauración, lo cual opaca la imagen.
Las tierras centrales tienen unas playas extensas con construcciones en progreso como parte de fuertes inversiones extranjeras.
Desde Hanoi volamos a Tailandia para seguir hacia las islas del sur. Elegimos Phuket y algunos tours a Phi Phi y la Bahía Maya. Nos alojamos en la playa Kata que es más tranquila que las famosas Patong o Karon y así pudimos realmente disfrutar del agua transparente y tibia en un ambiente relajado.
La parte final de mi viaje se acercaba y me quedaban unos pocos días que repartí entre Singapur y Kuala Lumpur.
Insisto en que no es fácil ser una argentina visitando Singapur donde todo parece estar bajo control: parques y plazas impecables, señalizaciones perfectas, servicios inmejorables, información precisa, excelente predisposición de sus habitantes para ayudarte en lo que sea. Nos explican que el edificio de la legislatura contiene una estructura donde impera el vidrio que simboliza la transparencia en la elaboración y cumplimiento de las leyes. Subí al Singapore Flyer, que es algo asó como una “vuelta al mundo” enorme, más grande que la de Londres. Allí tenés una vista panorámica del puerto y los principales edificios. Una cancha de fútbol flotante te deja casi perplejo. En uno de los parques había una antigua cosechadora con una leyenda: “cosechas lo que siembras”. Las multas por mal desempeño en el manejo de vehículos ascienden a diez mil dólares en algunos casos. Cómo lograron un país así? La educación es exigente y estricta al extremo. Allí, sin dudas, está la respuesta.
Un bus me llevaría a Kuala Lumpur donde las Torres Petronas me vieron por primera vez. Son imponentes, brillantes, bonitas. Subí hasta el puente que las une y allí me entero que fueron diseñadas por un argentino según los principios arquitectónicos del Islam.
Visité una mezquita pero me exigieron que cubra mi cabeza y mis ropas con una túnica. Ví hombres y mujeres siguiendo los ritos que les impone su religión. Se acercaron a mí para explicarme los principios de la religión musulmana tratando de convencerme para que yo propicie un cambio. Se evidenciaba una fuerte y apasionada convicción.
Para finalizar sólo puedo decir que viajar es algo así como una adicción de la cual no quiero escapar.
Viajar no sólo me ayuda a conocer lugares y gente sino también puedo conocer mejor a mi propio país y la tierra donde vivo.
El sudeste de Asia deja una marca en mí. No puedo olvidar las sonrisas, la sorpresa en los ojos de quienes conocí al decir que venía de un país tan lejano como la Argentina de donde sólo se conoce a Diego. No puedo olvidar el sabor de la comidas preparadas en los puestos callejeros donde las especias se apoderan de los sentidos. Quiero seguir recordando cada lugar, cada camino, cada momento. Y quiero prepararme para nuevos destinos que me están esperando.


LOS AÑOS 60.



Nacì en 1961. Mi infancia y mi adolescencia transcurrieron entre gobiernos democráticos, militares que tomaron el poder luego de “golpes cìvico-militares”, marcado caos institucional y mucha confusión.
Siempre me considerè una persona libre, aunque viviendo en una sociedad que impone reglas. Entonces uno no es libre? En realidad creo que no. Podrìa considerarme una “libre pensadora”. La Libertad es un concepto tan abstracto que no podemos dimensionarlo.
En mis años de adolescencia y juventud explorè la filosofía, la antropología, la sociología. En aquellas inolvidables charlas de café discutìamos ideas, pensamientos y deseos. Seguíamos a Bergman y a Fellini, a Los Beatles y a Creedence, y estábamos enamorados del amor.
Querìamos un mundo mejor. Todavía lo siento de la misma manera.
Luego encontrè refugio en las páginas de la historia del Socialismo Democràtico que aprendì a amar. Conocì gente maravillosa, con cabezas pobladas de sueños que me enseñaron las bases de aquel movimiento.
Se dice que Cuba tiene -o tenía- un gobierno Socialista, pero eso no es asì. Si no hay Libertad no puede haber Socialismo.
Por eso nosotros, cuando militábamos, reforzábamos el tèrmino “democrático” para diferenciarnos de aquellos regímenes totalitarios como el caso de Cuba y la ex URSS.
El Pueblo tiene el Poder, pero no lo sabe. Si lo supiera lo defenderìa cuando hay peligro de perderlo. A los gobiernos de turno jamàs les ha convenido que el pueblo comprenda que tiene el poder.
“Power to the People”, cantaba John Lennon. (“Poder al Pueblo” o “Poder a la Gente”). John dejó muchas enseñanzas, muy poderosas y quizás por eso lo mataron. No resultaba conveniente que una persona tan convocante anduviera caminando por las calles, revolviendo las cabezas hasta hacerlas estallar.
Dònde està el Poder del Pueblo? En las Legislaturas que, junto con el Poder Judicial, controlan al Poder Ejecutivo.
Por què hay que controlar al Poder Ejecutivo? Porque si estuviera sòlo, recaería todo el poder sobre èl y eso no sería nada bueno.
Bien sabemos que el poder es algo asì como una pastillita que provoca incontrolables adicciones y que muchos se autosuministran una sobredosis letal. Y, como cualquiera puede imaginar, el efecto letal recae en el pueblo.
Què pasa en otros países? Aquì va un ejemplo:
En el Reino Unido hay 2 càmaras: la Càmara de los Comunes, que representa al pueblo y la Càmara de los Lores que representa al Rey.
La Ceremonia de Apertura del Parlamento es interesante para comprender quièn tiene el poder realmente y còmo se ejerce el mecanismo de control.
Ese dìa la Reina llega a la Càmara de los Lores y toma asiento en su trono. La Reina hace un gesto para que el Black Rod (denominado asì porque el tipo lleva una vara negra) vaya a la Càmara de los Comunes a llamar a los parlamentarios para que acudan a la Càmara de los Lores a escuchar el discurso.
El Black Rod recorre un largo pasillo y cuando està a punto de llegar a la puerta abierta de la Càmara de los Comunes èsta se cierra de golpe en su propia cara, acto que representa la independencia de èsta cámara con respecto a la corona. Luego debe golpear la puerta tres veces y la puerta se abrirà y transmite el pedido de la Reina. Èstos se dirigen a la Càmara de los Lores y escuchan el discurso.
Este acto tan fuertemente simbólico sirve para comprender que la Reina (en este caso) tiene una enorme responsabilidad de respeto hacia el pueblo.
Nada màs peligroso para un pueblo que el poder absoluto de su gobierno.
Esta ceremonia se repite año tras año desde el siglo XVII. Cuando uno es un niño y se le explica còmo funcionan los poderes del estado y uno vè esa ceremonia durante toda la vida, cada imagen quedarà grabada y marcada a fuego en la memoria. Asì y sòlo asì se construye el respeto por las instituciones que es necesario preservar para que el pueblo estè en paz.
Es esencial que los niños realicen visitas guiadas a la casa de gobierno y, sobre todo, que se les explique que ese lugar le pertenece al pueblo. Ese lugar es de ellos. El Estado somos todos.
He observado durante muchos años a los docentes que llevan a los niños de visita al Municipio. Escuchè a un docente decirle a sus alumnos: “Hagan silencio. Vamos a entrar a saludar a la persona màs importante de la ciudad.”  Es un grave error. Si un niño crece pensando que èsa persona es la màs importante de la ciudad, puede  creer que quien ocupa el poder es casi perfecto, omnipotente, inalcanzable. No es asì. Quien ocupa el poder es alguien elegido por el pueblo que tiene una responsabilidad enorme para administrar los recursos a favor de una buena calidad de vida de quienes lo votaron.
El simbolismo de la puerta que se cierra en la cara del representante del Rey, allà en el Reino Unido, es para pensarlo e incorporarlo a nuestro conocimiento sobre el funcionamiento de las instituciones.