miércoles, 22 de julio de 2009

LOS IDIOMAS

SOBRE LOS IDIOMAS Y SOBRE NOSOTROS.

A lo largo de tantos años de docencia he podido aprender una gran cantidad de cosas.
Entre ellas: las distintas formas de acercar el idioma inglés a los alumnos.
La reacción de los alumnos con respecto al idioma inglés es que algunos lo aman, otros lo rechazan, para otros es indiferente.
Me he propuesto tratar de lograr que los alumnos lleguen a comprender la importancia de la comunicación, la importancia de la no discriminación, la importancia de incorporar conocimiento, la importancia de superarse por medio del conocimiento.
Pero aún así muchos de mis alumnos persisten en su rechazo del idioma inglés. Rechazo basado en conceptos vinculados con la afinidad o no hacia la política y la sociedad de los países de habla inglesa.
Hace algún tiempo leí un libro escrito por Ernesto Sábato denominado “La cultura en la encrucijada nacional”. Allí el autor expone su postura con respecto a no comprender por qué tanta gente rechaza enfáticamente todo lo que viene de afuera, todo lo que en otros países ha resuelto problemas, todo lo que ha ayudado a solucionar situaciones más allá de las fronteras y se podría aplicar aquí. Pero la sola idea de pensar que alguna determinación tuvo éxito en el exterior no debe ser ni remotamente propuesta para ser aplicada aquí. Más allá de las diferencias entre todos los países del planeta, obviamente existen cambios que se pueden aplicar para adaptar la solución a los problemas locales. Aún así el rechazo persiste.
En el mismo libro el autor dice que no comprende por qué se ha adoptado el idioma español como idioma oficial de los países de nuestra región. Entiéndase por región a los países que conformamos América Latina. Sabemos que el idioma español fue impuesto por el imperio. El mismo imperio que causó una incomprensible cantidad de muertos que supera a las muertes ocasionadas en la primera y segunda guerras mundiales juntas. El mismo imperio que robó tesoros arqueológicos, reliquias valiosísimas y llevó para sus arcas impensadas cantidades de oro y metales preciosos dejando atrás una de las devastaciones más grandes de las que tenga memoria la humanidad. El mismo imperio que desconoce estas atrocidades. El mismo imperio que dejó como legado cientos de enfermedades, odio y resentimientos. El mismo imperio al que hoy, aún hoy, muchos prefieren llamar “la madre patria”.
A partir de cierto momento en el curso de la historia en nuestro occidente se ha difundido entre algunos sectores la idea centrada en querer hacer pensar que los terribles problemas que tiene América Latina son ocasionados por los países del norte, o más específicamente el “gran país del norte”, es decir, por los Estados Unidos de América.
Algunos adoptaron esta idea, la incorporaron a su forma de pensamiento y han llegado a la absurda conclusión que nos pasa lo que nos pasa por culpa de ellos. Estamos como estamos por culpa de ellos. No podemos avanzar por culpa de ellos. No crecemos por culpa de ellos.
Los gobiernos populistas se han aprovechado de este pensamiento e inculcan entre sus seguidores esta idea. Entre sus seguidores se encuentra una gran masa de personas que no tienen acceso a la información y a la formación en el conocimiento. De esta manera son fácilmente manipulables para generar más votos que le ayudarán, obviamente, a esos gobiernos a seguir perpetuándose en el poder.
Hasta aquí la historia es terrible, cae en los mismos errores década tras década, dejando atrás a personas que parecen como detenidas en el tiempo. Y vemos por las calles a muchos de ellos llevando remeras con rostros de terroristas empuñando armas, como el caso del Che Guevara. Vemos a muchos de ellos aplaudiendo los discursos populistas que sólo llevan a que el desarrollo se detenga.
Entonces vienen a mi memoria situaciones que me ha tocado vivir: despedir a mis compañeros de la secundaria cuando iban a la guerra en el 82. Una guerra absurda como todas. Pero esta quizás lo fue más. Enviar a la guerra a pibes que nunca habían manipulado un arma sin la indumentaria adecuada para el horror más grande que alguien pueda imaginar. Todo terminó como se suponía. Había que tener un poco de conocimiento, nada más, para darse cuenta del gigante al cual nos enfrentaban. Nos mintieron, nos manipularon como sólo se hace por quien no se tiene el mínimo respeto. Y caímos en el barro.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Luego viene a mi memoria la hiperinflación y el robo por parte del estado de nuestros ahorros. Los ahorros son parte de la propiedad privada. La propiedad privada es un derecho constitucional. El gobierno no respetó, ni respeta, la Constitución Nacional. Esos gobiernos no respetan NADA.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Más tarde viene a mi memoria la anécdota que escuchamos cuando se acercan las elecciones para elegir funcionarios. En los pueblos más pobres de nuestro país se suelen cometer delitos imperdonables como retener los documentos de identidad de los votantes analfabetos o semi analfabetos con la falsa promesa de mejorar su calidad de vida cosa que nunca ocurrirá.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Viene a mi memoria una serie de noticias publicadas donde se nos dice que capitales extranjeros se están apoderando de nuestras maravillosas tierras plenas de recursos acuíferos en el sur. Si alguien compra es porque alguien vende. El que vende lo hace porque está habilitado para hacerlo y el que compra también. Y se nos hace creer que nos roban lo nuestro.
Pero la culpa es de los demás. Esos que hablan inglés.
Haber tenido gobiernos de facto es un hecho que ocurre en países con debilidades notorias. En los “países en serio” es impensable que las fuerzas armadas ocupen el lugar del poder ejecutivo. La falta de conocimiento de nuestra ley fundamental, la Constitución Nacional, hizo posible que estos hechos ocurrieran en nuestra historia. A veces no es conveniente que el pueblo sepa ciertas cosas. Y lo peor es que muchos, pero muchos de verdad, aplauden estas iniciativas. Y nunca olvidemos que esos han sido “golpes cívico-militares”, de los cuales debemos hacernos responsables.
Pero la culpa es de otros. Esos que hablan inglés.
A veces quisiera que la memoria me traicione.
A veces quisiera que la realidad me demuestre que estoy equivocada.
Pero estos pocos ejemplos quizás sirven para explicar medianamente mi sensación de impotencia frente a tanta discriminación. Porque la discriminación no es sólo al negro, al judío o al drogadicto. También se discrimina al que habla otro idioma, simplemente porque es diferente al que yo hablo. Creo que no hay más arrogancia y soberbia que esta. Creo que no hay otra estupidez que supere a esta.
Entonces, cuando hablamos español, usémoslo para expresar ideas constructivas, para generar discusiones que tiendan a lo positivo, para aceptar que el otro piensa distinto, que se debe trabajar para el respeto entre todos.
Sé que los totalitarismos siempre autoritarios que nos han gobernado, y nos siguen gobernando, han generado estas conductas detestables en una gran porción de la población. Y creo, sin lugar a dudas, que debemos intentar cambiar esas conductas por nuestro propio bien, por el sólo fin de generar una sociedad donde se pueda convivir con las diferencias propias de todos y cada uno.
El conocimiento de un segundo idioma me sirve para abrir mi cabeza aún más cada día. Me sirve para comunicarme. Me sirve para entender y comprender la cultura del país donde se origina el idioma en cuestión. Me ayuda a crecer como persona porque tengo más conocimiento, más información. Me abre las puertas a destinos impensados. Está bueno aprender un segundo idioma, y un tercero y un cuarto idioma. Está bueno incorporar cosas nuevas a mi capacidad de entendimiento.
Los países de habla inglesa, sobre todo los Estados Unidos, han aumentado considerablemente su presupuesto para la educación de sus ciudadanos. Es prioridad en el presupuesto anual considerar la educación de los ciudadanos. Ese presupuesto también involucra propiciar el aprendizaje de un segundo idioma como lo es el español.
Cuánto quisiéramos que alguna vez algún gobierno nuestro se ocupe con seriedad y respeto por la educación pública que no tiene que ver exclusivamente con aumentar los sueldos de los docentes, sino con ocuparse de una de las funciones esenciales de la administración de un pueblo. Si comparamos los números de los presupuestos que los “países en serio” destinan a la educación con respecto a nuestro país nos daríamos cuenta cuánto le importan los niños y los jóvenes a nuestros funcionarios.
Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido la educación es prioridad.
La tradición de preservar el idioma inglés y difundirlo a todas las latitudes ha sido y es una costumbre nunca postergada o dilatada en el Reino Unido, llegando así a todo el mundo y facilitando el acceso a la cultura inglesa por medio del idioma.
Podemos estar de acuerdo o no con las políticas de gobierno de los países de habla inglesa, sobre todo de los dominantes, pero qué tiene que ver eso con el idioma!!!!!!!!!!! Qué tiene que ver eso con la cultura, con los valiosos legados!!!!!!!!!!!!!!!
Creo que es hora de aprender a separar la paja del trigo. Creo que es hora de aprender a discernir.
Una vez que se logre esto estoy segura que se habrá superado un obstáculo que nos demora como humanos.




Cielo se dice “sky” en inglés. Viste? No tienen letras en común. Eso es lo maravilloso de los idiomas: son diferentes, son fabulosos. Son distintos como todos nosotros.
Animate a aprender un segundo idioma. No permitas que te metan ideas absurdas en la cabeza.

Vas a ver que para el conocimiento el cielo es el límite.